RAFAEL VÁZQUES
Había olvidado cómo era.
Digo: vaciar la casa y emprender la aventura
de empezar. ¿Qué se empieza?
Ahora cuando el hijo quiso mudar de barrio
y le ayudamos
a desvestir paredes y recuerdos,
a dibujar adioses y ver cómo deslucen los espacios
que van quedando grandes,
uno guarda sus pasos,
los ruidos de los pisos por donde la madera
gemía como un gato invisible.
Y busca los lugares donde el sol y las plantas
disputaban la luz.
Aunque no fue mi casa
hay siempre algún rincón que se verá en las fotos,
una música vieja,
el choque de las copas para apurar un brindis,
lo que queda del tiempo.
Fechas que están ligadas a aquella geografía
mínima de los cuartos:
tortas de cumpleaños, navidades y ruidos
con que el año cambiaba sin cambiar demasiado.
Hay que empezar entonces
e inventar los recuerdos para la casa nueva.
JANE AUSTEN
MIRA EN TU PROPIO CORAZÓN
Mira en tu propio corazón
porque quien mira
afuera
sueña,
pero quien mira adentro
se despierta.
DALÍ CORONA
Edicto
Defiendo la ciudad con sus martillos
aunque no duerma nunca.
Creo necesario, imprescindible,
que el ruido viaje libremente
sobre las calles mientras puebla
todo lugar como un caballo.
El ruido también tiene derecho a galopar
sin que alguien grite inoportuno,
silencio, cuando pasa.
También él necesita desahogo, gastar su cascos,
sacar la crin al viento.
Su relincho es lo que para nosotros
el más profundo sueño.
JOSEFINA PLÁ
A Gastón Figueira
La
mañana irisada, como fino cristal
se curvó sobre el ancho
campo reverdeciente.
A la abismal succión del azul
transparente,
agriétase la carne de un ansia germinal.
Y
a la blondez purísima de su desnudez tierna,
la mísera corteza
se nos cuartea en congoja,
y un sollozo nos sube desde la honda
cisterna
en sombra donde el párpado su penitencia moja.
El
dolor de las alas imposibles
nos curva más bajo el cansancio
irredimible
que se adhiere a la carne dolorosa:
y en la
punta de una hoja, radiante y temblorosa,
la
gota de
rocío
nos finge aquella lágrima inefable
en que, por fin,
pudiera el alma miserable
volcar la última gota amarga del
hastío.
MARCELO LEITES
Cuerpo
y alma.
X
Las
luces se van apagando.
El
bar se va vaciando de gente.
Las
mujeres con vistosos vestidos
de
noche, hacen tintinear sus alhajas
y
terminan de contonear sus cuerpos
agitados
por el baile.
Después
se van yendo
una
a una.
También
los hombres se van.
Y
los mozos.
Al
fin, no queda nadie.
Tomás
el último trago en la barra
con
el dueño del bar.
Beben
sin hablar.
Y
sin mirarse.
Afuera
la noche es oscura,
sin
estrellas
y
el sol parece muy lejano.
No
estamos hechos para mirar
esa
luz de frente.
ZINAIDA GIPPIUS
¿Qué hacer con la muerte? No lo sé…
¿Qué hacer con la muerte? No lo
sé.
Y ustedes, ¿saben?
Solo ocultan que lo ignoran.
Pero
yo no escondo mi ignorancia.
Vivas como vivas, la vida no te lo
responderá,
¿acaso se vence la muerte con la vida?
Es
sabido que la muerte se vence con la muerte,
esto es: te
encontrará en todos los caminos.
Y yo odio a la muerte de
cualquiera,
solo amo a la mía, a la desconocida.
La quiero
por eso, porque la ignoro,
porque al morir no veré sus ojos.
RAQUEL VÁZQUEZ
SUFIJOS TELEFÓNICOS
Guernica 37, Nagasaki
45, Sarajevo 93,
Basora 2003, Alepo 2015.
En tantos cementerios,
lápida a lápida se va tallando
un final repetido
a modo de punzante sufijo telefónico.
Son hilos ya cortados:
qué comunicación posible, qué palabra.
Salvo el dolor, ya todo lo demás no llega nunca.
O demasiado tarde.
Cuando tal vez ningún número importe.
La cifra en la memoria
como el mismo sufijo de un silencio.
JESSIE KLEEMANN
El pez está esperando
el único
en cuyos ojos veo
al pez
en
las montañas
las montañas en el mar
la naturaleza
plena
los perros tirando el trineo
huellas bajo el
hielo
en la maloliente carretera asfaltada
las madres
de mi madre
y cuentos
que tartamudean y
tartamudean
en la misma ranura sobre el clavo
desde el
nacimiento hasta la tumba
a las máscaras que brillan
se
las está llevando
el largo olor del sudor
la
naturaleza está saturada
el pez
está
esperando
Traductor:
Nicolás Suescún
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